La
labor de los gestores educativos resulta fundamental para el devenir de las
organizaciones escolares. Un componente básico es el ejercicio
del liderazgo, que de acuerdo con investigaciones como Anderson(2010), Leithwood(2009), ocupa una
posición destacada en el la búsqueda de la calidad de las instituciones
educativas, posicionándolo inclusive como el segundo factor que determina el
aprendizaje de los estudiantes.
Durante el siglo XX y las dos
décadas del siglo XXI, se han estudiado y desarrollado diferentes corrientes de
liderazgo y su aplicación en el campo educativo. Enfoques como el
liderazgo distributivo, el transformacional y el pedagógico han gozado de
mucho eco en los complejos entornos de enseñanza que nos impone el siglo XXI en
el país, como una forma de mejorar la educación, aunque con ciertas
limitantes.
El liderazgo sistémico, por su
lado, representa un cambio de paradigma, una manera de comprender el
sentido del líder desde una perspectiva más dinámica y más englobadora. Como
aclara Ahumada-Figueroa et al(2016), este
liderazgo entiende como los líderes influencian el sistema como un todo,
desde un papel activo. Representa una práctica que pretende generar un cambio
del sistema.
Resulta claves como señala Medina, Nava y Bong(2010) considerar al ser humano como núcleo del sistema, y la percepción de la sinergia organizacional, aspecto con el que concuerda Vásquez-Mendoza et al(2023), quien también articula que este liderazgo procura la cohesión de contextos, métodos, elementos frecuentes y que emplea valores, principios y comunicación para la creación de un ambiente armónico.
Siguiendo a Ahumada-Figueroa et
al(2016). en su construcción, el liderazgo sistémico nace dependiente de dos conceptos, que
interactúan entre sí. En primer lugar, del término identidad, que se valora
como construcción dinámica en el que se mezclan experiencias
personales y profesionales, y variable de acuerdo con el contexto. Cada liceo o
escuela ha conformado una identidad que lo caracteriza a lo largo
de su historia y que lo distingue frente a otras organizaciones.
El sentido de pertenencia es el
segundo concepto importante en esta ecuación, que involucra esa sensación de
formar parte de un entorno y sentirse seguro en él. Ahumada-Figueroa et
al(2016) siguiendo a Mc Carthy(2014), recuerda la importancia de este
concepto en docentes y educandos:
han mostrado como
los procesos identitarios de estudiantes, profesores y directivos de diversos
países se ven atravesados por complejos discursos sociales que se vinculan
directamente al espacio que estos habitan, a los símbolos (físicos) que construyen
y a la forma que estos espacios son gestionados.(p.8)
El liderazgo sistémico incluye la construcción de una visión compartida, que promueve la mejora del aprendizaje, la gestión de la convivencia y participación de la comunidad, así, como el desarrollo del trabajo en red.
La importancia del liderazgo sistémico en la gestión de las organizaciones educativas radica justamente en la concepción novedosa de no mirar los espacios educativos de manera atomizada, sino como parte de una estructura abierta que forma parte de un contexto y debe estar en profunda relación con otras instituciones educativas.
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